El hombre posee la ingratitud de deshacerse de las cosas con extrema facilidad. La cultura del desuso ante aquello que ha perdido las facultades para lo que inicialmente fue creado. Yo, encuentro una extraña fascinación en la inutilidad aparente. Me provoca y alienta a buscar nuevas formas y cualidades que sorprendan incluso a mí.
Es por eso quizá, que paso horas frente a la puerta del asilo para ancianos y en la parte más profunda de los mercados sobre ruedas, tienen tantas cosas en común… sitios conferidos para lo antiguo, lo maltrecho, lo olvidado.
Tal vez el ser humano se halla en ese sitio del universo, el destinado a la inmundicia, al desperdicio.
Es por eso quizá, que paso horas frente a la puerta del asilo para ancianos y en la parte más profunda de los mercados sobre ruedas, tienen tantas cosas en común… sitios conferidos para lo antiguo, lo maltrecho, lo olvidado.
Tal vez el ser humano se halla en ese sitio del universo, el destinado a la inmundicia, al desperdicio.
¡Gracias por el aporte Alquimero!
2 comentarios:
"Más adelante
se dibujaban sobre las aceras unas figuras seniles sobre bastón, unas figuras que en la ausencia
de los niños habían colonizado los parques y los bancos, quizás intentando rememorar un
tiempo en el que sus corazones no gemían como engranajes desengrasados, en el que respirar
no procuraba un sonido quebradizo, en el que sus huesos no se habían descalcificado y sus
manos no tenían los tatuajes de la artrosis, o quizás, sencillamente quizás, en esa segunda
inocencia, creían que podrían confundir a la muerte volviendo a sentarse en los columpios."
El texto me ha recordado a una cosa que escribí hace algún tiempo.
Un abrazo
muy interesante este blog
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