lunes, 7 de junio de 2010

El Misógino - Max Jacob

-¿No me reconoces? Soy aquella a la que amaste tanto —decía la mendiga.

Me compadeci de la infortunada, la vestí y le di de comer.

¡Ah!, con cuánta autoridad dominaba al día siguiente a los de casa; vigilaba mis lecturas, se quejaba del olor del tabaco. Un dia, expulsó a mi legítima esposa.

–¿No me reconoces? Soy tu esposa legítima. . .

—¡Ah, no, una vez es suficiente!

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